lunes, 9 de junio de 2014

Mademoiselle Fifi / 1944
Robert Wise / EEUU



En pocos minutos, esta pelicula nos cuenta la historia de la gente de convicciones y la de las que sus prioridades y amor esta puesto en el capital sin importar a quien se pase a llevar en el camino
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No siempre las producciones de Val Lewton para la RKO estuvieron enclavadas en el género fantástico. Por más que todas ellas adscribieran un estilo visual destacado en la abundancia en sombras y claroscuros, no es menos cierto que en pocas ocasiones se apostó por otros géneros. Conviene aquí citar la enorme cultura literaria de Lewton o el curioso precedente de filmar –junto al imprescindible Jacques Tourneur-, la secuencia de la toma de la Bastilla en la estupenda adaptación de Dickens HISTORIA DE DOS CIUADADES (A Tale of Two Cities, 1939. Jack Conway). Una producción de la Metro por la que David O. Selznick decidió incluir a ambos en los títulos de crédito como autores de las secuencias antes mencionadas –algo realmente inusual-.

En cualquier caso, MADEMOISELLE FIFI (1944) –jamás estrenada comercialmente en España, como muchas otras de las producciones de Lewton-, parte de la base literaria de dos relatos patrióticos de Guy de Maupassant –que también fueron la base literaria de la no muy lejana LA DILIGENCIA (Stagecoach, 1939. John Ford). Lo cierto es que esta influencia del western se deja notar en la primera mitad del film –de corta duración- y que supuso el debut en solitario de Robert Wise, tras haber compartido la realización de THE REVENGE OF THE CAT PEOPLE (junto al desconocido Gunther Von Fritsch). La película se inicia con la alusión a dos elementos que posteriormente serán el eje vector de la narración. La negativa de un sacerdote a hacer sonar la campana de una localidad francesa en protesta por la invasión prusiana, al tiempo que la existencia de la joven Elizabeth Rousset (Simone Simon, la mujer pantera tourneriana) que en el fondo conserva un enorme sentido patriótico –previamente el sacerdote que va a suceder en la administración del templo reza ante una estatua de Juana de Arco-. En realidad la película es una pequeña reflexión sobre la relatividad del valor y la inutilidad que para combatirlo pueden ejercer los ejércitos opresores.

En MADEMOISELLE FIFI –que se rodó aprovechando los decorados de ESMERALDA LA ZÍNGARA (The Hunchback of Notre Dame, 1939 –estamos abusando mucho de dicho año-. William Dieterle), lo cual permite un notable esplendor en su elemento de ambientación artística especialmente en su segunda mitad-, conocemos en su primera parte una serie de personajes que corresponden a diversos estereotipos franceses del periodo –y evidentemente de cualquier época-, en líneas generales caracterizados por su ausencia de ideales. En el discurrir de la diligencia se desarrolla una estupenda situación de comedia ante el hambre que sufren sus tripulantes y que se agudiza cuando la joven protagonista muestra su maletín lleno de comida y bebida. Al mismo tiempo y como antes señalaba, los exteriores de este viaje demuestran una inequívoca adscripción al western. No es de extrañar por ello que años después Robert Wise probara fortuna en dicho género con la extraña BLOODY ON THE MOON (1948) –solo exhibida en TV en España bajo la traducción literal SANGRE EN LA LUNA-.

Entre la descripción de personajes, la importancia entre las miradas especialmente entre la joven altruista y el único personaje idealista que puebla la diligencia Jean Cornudet (John Emery), las pequeñas y divertidas incidencias y los peculiares exteriores, la diligencia se detiene en una posada en la que se encuentra recalada una escuadrilla del ejercito prusiano comandada por el Tte. Eyrick –al que recuperamos tras la secuencia inicial- (Kurt Kreuger) apodado por sus compañeros “Mademoiselle Fifi” y caracterizado por intentar aplicar unos métodos de sumisión basados en la propia colaboración de los franceses. Eyrick invita a Eliazabeth a cenar en privado con él, negándose esta en reiteradas ocasiones hasta que este impone esa condición para finalmente dejar que la caravana de franceses pueda abandonar el hostal.

Finalmente y ante la insistencia de estos la muchacha accede pese a sus enormes reticencias –nunca ha ocultado su desprecio a los prusianos-, logrando la humillación del Teniente –que solo pretendía someterla a sus métodos-, así como el desprecio de aquellos compañeros de caravana por los que se ha sacrificado –incluyendo un avergonzado Jean-. Una vez la caravana reanuda su viaje –en el que se agrega momentáneamente Eyrick- llegan a la localidad de destino donde ella retorna a su trabajo en una lavandería donde sus empleadas jalean a los prusianos. Estos deciden celebrar una fiesta invitando a estas jóvenes y forzando con un nuevo chantaje a que acuda Elizabeth. Allí de nuevo se la adjudica al Tte. Eyrick al que finalmente mata de una puñalada logrando huir. En el camino se encuentra con Cornudet que igualmente ha logrado aliminar a otro prusiano, recuperando ambos tanto su propia estima como la de la persona que tienen enfrente. Los prusianos fuerzan a que el nuevo sacerdote haga sonar la campana una vez discurra el cortejo con el cuerpo de Eyrick. Este accede sin objeciones. En realidad, se trata de una nueva llamada a la rebelión.

Si hay algo que realmente llama la atención de la historia, es la nada solapada relación que se puede establecer entre este MADEMOISELLE FIFI y cualquier film de propaganda antinazi. No se si era la intención de sus responsables pero la evidencia es elocuente. Las tácticas de los prusianos, sus uniformes, el desprecio que demuestran con los ocupados o su nada soterrada intención de sometimiento nos remite a numerosos referentes –que situando además la película en 1944- no es nada gratuíto pensar en ello.

Al mismo tiempo la película muestra los buenos modos de Wise prácticamente como debutante, pero decididamente evidencia sus relativas limitaciones. En ella se echan de menos hallazgos expresivos que sí se producían en algunas otras de las producciones de Lewton –en todas las de Tourneur e incluso algunas de Robson y el propio Wise-. Creo además que su indefinición genérica perjudica un conjunto final pese a todo no exento de atractivos. Entre ellos no puedo por menos que citar –al margen de la secuencia de comedia antes mencionada-, el espléndido momento en que Elizabeth abandona el banquete de Eyrick en la posada, en un fondo oscuro mientras se escuchan los murmullos de diversión de los compañeros de caravana por los que de alguna manera, ha prostituido sus ideales –quizá el más hermoso instante del film-. Asimismo no se puede dejar de destacar la elegante fuerza de la secuencia final, llena de aliento épico, en la que junto al paso del cortejo fúnebre del teniente prusiano, el sonido de la campana produce una sensación de liberación de los vecinos de la localidad pese a parecer en apariencia una claudicación, mientras que la joven emerge ante el ventanal superior del campanario en además de iniciar una lucha más activa en pro de la resistencia.

Como ya señalaba MADEMOISELLE FIFI es un film tan estimable como limitado. Uno recuerda como con una base argumental menos interesante, Jacques Tourneur plasmó en ese mismo año su DAYS OF GLORY (1944), marcando sin pretenderlo las diferencias entre un artesano competente –Wise- y un realizador de asombrosa personalidad –Tourneur-






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